viernes, 15 de enero de 2010

Dos señores como nosotros

- ¡Hola! ¿Qué tal? Cuánto tiempo...
- Pues sí...
- Qué ilusión...
- Bueno...
- Bueno, bueno, ¿cómo te va?
- Pues mira, la verdad es que no muy bien.
- ¡Vaya hombre! No me digas... pero, ¿te pasa algo?
- Pues sí, sí me pasa. La verdad es que estoy muy deprimido.
- Bueno, bueno, no será para tanto...
- Me he quedado en la calle...
- .... ¡Joder!...
- ...Me han desahuciado, mi mujer me ha dejado y hace tiempo que perdí el contacto con los colegas, no sé a quién recurrir.
- ...Bueno, conmigo sabes que puedes contar...
- ¿Sí?
- Claro, hombre, lo que haga falta.
- Pues la verdad es que estoy en la calle...
- ...
- Si me dejaras darme una ducha en tu casa, la verdad es que te lo agradecería mucho.
- ...Hombre...
- ...
- Es que...
- ¿Qué?
- Claro, bueno...
- ¿Qué pasa?
- Es que, mira, NO ESTÁS SIENDO EDUCADO.
- ¿Y cómo se es educado?
- Así:
- ¡Hola! ¿Qué tal? Cuánto tiempo...
- Pues sí...
- Qué ilusión...
- Mucha.
- Bueno, bueno, ¿cómo te va?
- Pues mira, tirando, ¿y a ti?
- No me quejo. A ver si quedamos un día...
- Sí, tenemos que tomarnos unas birras un día de estos...
- ¡Está hecho!
- Bien. Qué alegría, hombre...
- Sí.
- Ya me contarás.
- Sí, sí, hay mucho que contar, después de tantos años...
- Pues tengo tu teléfono por ahí, si no te has cambiado...
- No, no me he cambiado.
- Pues te llamo cualquier día de estos y nos damos un homenaje.
- Claro, tío, cuando quieras.
- Venga, pues voy moviéndome, que he quedado...
- Vale.
- Te llamo, ¿eh?
- Cuando quieras.