He acabado por aborrecer las conversiones a sexagesimal.
Me aburre también contar coches blancos, pedir deseos cuando cambio de comarca; me aburre buscar palabras que contengan las 3 últimas letras de las matrículas: CLX, cláxon; BCL, bucle; DFS, difuso...

Tengo frío, y sólo me entretiene tratar de adivinar lo que escribe en su portátil el cohabitante a mi diestra. Tiene un título. Una sóla palabra, no muy larga. Seguro que la he leído en el vistazo fugaz que he echado a la pantalla cuando él miraba por la ventana buscando 3 letras reveladoras en matrículas de coches blancos. La habré leído y estará ahora mismo almacenada en mi subconsciente, apisonada por 3 horas y 10 minutos de insoportable vacío. Puede que haya leído "MARISMAS" o "EXPONE" o "CLAUDICAD". Puede que mi vecino escriba su testamento; no tiene la piel entre malva y transparente, como aconsejan los expertos en casos de muerte inminente, pero tampoco tiene la emoción en los ojos que recomiendan los mismos expertos en caso de vida irrenunciable... "Lego mi alma y los cordones de mis zapatos a mis queridos alumnos de bachillerato del Sant Josep de Calasanç". Pero él no escribe en cursiva. Y la sangría no parecía suficiente como para maquetar un documento oficial. Quizá escriba unas páginas de su tesis: "Iconografía de la puerta marmórea de la catedral de Barcelona.
La catedral gótica de Barcelona cuenta tres puertas. La principal, a los pies de la iglesia, cuya ornamentación escultórica se hizo entre 1887 y 1895 siguiendo las trazas del maestro Carlí Galtés, normando, conservadas en un gran pergamino en el museo catedralicio." Quizá haya un maestro Carlí Galtés; quizá incluso sea normando. En el punto espacio-temporal en el que me encuentro, 3 horas y 4 minutos antes de llegar a Valencia no parece muy probable.
Igual le está escribiendo una carta de amor al 2º cohabitante del autobús, a mi izquierda: "Adevarul, gran documentalista, su olor me produce escalofríos, me pone la cara de gallina, mi vida se ha transformado en una nada viscosa en cuanto lo he percibido en mi entorno inmediato, mirando por la ventanilla de este autocar, con ese periódico en las rodillas, Blocuri în loc de dulciuri. Blocuri în loc de dulciuri. Lo amo." No sé, en algún momento me ha parecido oir sollozar a alguno de los dos. A Carlí Galtés, a mi izquierda, o a Blocuri, a mi derecha.
Pero... ¿y si Carlí me está describiendo a mí...? Tal vez debajo de "CLAUDICAD" o de "ZARZAMORA" haya un listado de adjetivos referidos a mí que no puedo permitirme ignorar. No ignorar. No ignorar.
Pierdo el miedo, o el pudor (especie de cualidad (positiva (por tanto)) relacionada con no desvelar los sentimientos propios ni tratar de descubrir los ajenos), 2 horas y 54 minutos antes de llegar a Valencia y miro la pantalla de mi vecino Carlí. Leo:
"TÍTULO.
Por muchos cálculos que haga, el autobús no llegará antes. Han pasado 10 minutos desde la última vez que miré el reloj...."
3 comentarios:
¡Me ha gustado mucho y casi que me repugna! Bravo y Besos...
empiezan por B.
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Geniales las traducciones (Blocuri în loc de dulciuri).
El relato me ha transmitido una intensa claustrofobia espacio-temporal acompañada por una buena ración de absurdo existencial, por intentar expresarlo de alguna manera.
Gracias por escribirlo, ahora tengo una referencia en palabras para ambas sensaciones.
Autonímia: no sé qué significa su nick. Pero me alegro de que le repugne la historia, esa era la intención.
Pichichi, gracias por leerlo, no se me ocurre mejor manera de tratar de buscarle un sentido a este texto que la suya. Las traducciones son prácticamente exactas, me ha ayudado un robot esquizofrénico a hacerlas.
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