jueves, 18 de diciembre de 2008

...AND A MEDIUM LIGHT COKE


Estaba tan triste esta mañana, a pesar de haber recibido en estas fechas un montón de invitaciones a suicidios colectivos, que he parado en uno de los puestos de animales de las Ramblas y me he comprado un conejo. Es un conejo enano, completamente blanco, mimoso y juguetón. En cuanto lo he visto, he sabido que me lo llevaría a casa. Lo he llamado Floc.
Llevo toda la tarde acariciándolo. Es tan suave, y está tan vivo y tan calentito... Arruga la nariz y, cuando me mira, juraría que, de alguna forma, sonríe con cariño. Ahora duerme, encogido sobre mi falda. Creo que es el ser más bello que he tenido jamás en mi regazo. Estoy deseando que llegue el martes para llevármelo a tu casa, y dejarlo corretear por tu salón mientras nos abrazamos, y comprobamos si tu perro se lo come o se contenta con jugar con él hasta matarlo.


miércoles, 17 de diciembre de 2008

SOBRE EL TABAQUISMO

Esto es lo que pasó:
Desde la primera vez que se vieron, en el grupo de terapia para ex-fumadores, hasta el día en que dejaron de verse, 3 años y 3 meses después, compartieron lánguidamente 23.400 cigarrillos.

Esto es lo que había pasado:
A ella le habían sugerido los directivos de su empresa que se uniera al grupo de terapia. Llevaba 3 meses muy irritable, había engordado varios kilos y masticaba chicle compulsivamente. La imagen que daba a los clientes era catastrófica, y a ninguno de sus superiores se le había ocurrido proponerle simplemente que volviera a fumar. 

A él le había recomendado un amigo que probara el grupo un par de días. Había dejado de fumar sólo por orgullo, y antes había fumado también principalmente por orgullo. Se había sentido despreciado innumerables veces, cuando salía a fumar al balcón después de cenar en el sagrado hogar familiar, y esos minutos que pasaba cada noche a la intemperie, regodeándose en analizar su placer y su dolor, sólo, bajo la mirada condescendiente de su mujer y sus hijos perfectamente sonrosados, habían acabado por crear en él una cierta adicción a ese desprecio de sus semejantes, a esa sensación de ser invadido por un orgullo calcáreo que se expandía por su alma y le hacía fruncir el ceño con obstinación mientras apuraba su cigarro hasta el filtro: orgulloso de su imperfección.

Ella lo había deseado desde que lo vio sentado en una esquina de la sala de reuniones de aquel centro municipal, mirando a través del mobiliario, de la gente y de ella misma. Él había fruncido el ceño en cuanto percibió ese deseo.

Esto es lo que pasaba:
Después de las primeras sesiones, solían quedarse unos cuantos a intercambiar impresiones en torno a varias coca-colas, algunas infusiones y algún kas limón. Ella se sentaba siempre cerca de él, y dejaba de masticar chicle cada vez que él intervenía en la charla. Él destensaba de vez en cuando los hombros y sonreía hacia ella, con un gesto genuino de completa insatisfacción.
Algunas tardes se quedaban solos en aquel bar de gente del barrio pero luz tenue y sofás. Ella le hacía entonces preguntas:

- ¿Cuándo empezaste a fumar?

O:

- ¿Por qué llegas siempre tan tarde?

Pero nunca le hablaba de sí misma, ni de su casa, ni de sus plantas, ni de su chimpancé Kosmos.
Él contestaba siempre mirando la nada, pero daba muchos detalles y gesticulaba intensamente, haciendo entrar en acción a casi todo su cuerpo, como queriendo empujar a las palabras con sus brazos para que llegaran mucho más lejos.

Los dos movían las rodillas nerviosos cuando se generaba algún silencio y, muy de vez en cuando en  esas primeras tardes sin tabaco, se rozaban el uno al otro e inmediatamente bajaban los ojos, como avergonzados por la incómoda contingencia.

Esto es lo que pasó:
Pero en seguida empezaron a alargar aquellas tardes de soledad compartida; los demás miembros del grupo dejaron pronto de interesarse por las infusiones y el kas limón y las aburridas historias de unos cuantos personajes anónimos unidos exclusivamente por su tabaquismo o ex-tabaquismo, y ellos dos, que siempre conseguían una plaza en el sofá bajo la luz tenue, optaron por complementar la charla con algún cigarro furtivo y alguna cerveza. 

Fue ella la que compró el primer paquete de tabaco.

- Nos fumaremos un único cigarro a medias. - Dijo.

Él estuvo de acuerdo, gesticuló y desfrunció el ceño un instante. Se encendió aquel primer cigarro en común, y lanzó un gemido, intenso y profundo, como una jaculatoria elevada al Dios Supremo.

- Cómo lo echaba de menos... - Dijo, pasándole a ella el cigarro con lentitud ritual.

- Sí...

Aquella misma tarde se fumaron otros 5 únicos cigarros a medias, y acabaron besándose en el sofá, con mucha saliva y con una extraña euforia muy poco habitual en cualquiera de los dos.

[Esto es lo que había pasado:]
[Después él había vuelto al hogar familiar, mirando al frente pero comiendo chicle, había besado en la mejilla a su mujer y se había acostado inusitadamente temprano, con una sonrisa en los labios. ("¿Has cenado, cariño?" "He picado algo por ahí")

Ella había retrasado su vuelta a casa, haciendo 3 paradas en 3 bares de luz tenue: un bitter kas, un vino tinto y un gin-tonic. Al llegar, había puesto un disco del Cigala y había acariciado a Kosmos más de una hora.

Ninguno de los dos había vuelto a fumar cuando se reunieron el siguiente jueves.]

Esto es lo que pasaba:
Los únicos cigarros a medias se iban sucediendo regularmente, los martes y los jueves de 6 a 8 de la tarde, de 6 a 9, de 6 a 10...

A él nadie le hacía preguntas en su sagrado hogar familiar.

Ella tampoco preguntaba nada sobre el sagrado hogar familiar de nadie. Seguía sin hablar jamás de sí misma, de sus plantas, ni de su chimpancé Kosmos

La euforia se iba convirtiendo en deseo, el deseo era interpretado como amor, la saliva se mezclaba en sus bocas con el humo y las cervezas, el humo era interpretado como amor. 

Dejaron el grupo de terapia para ex-fumadores. Las tardes de los martes y los jueves pasaron a tener 2 horas y media más. La saliva pudo complementarse con otros fluidos; Kosmos se quedaba en el balcón, sorprendentemente silencioso, mientras su dueña se mordía los labios y sollozaba, tumbada bajo su amante.

Él terminaba rápido y fumaba.

Ella a veces echaba de menos al mono, pero también fumaba.

Desnudaban sus almas casi completamente después de cada cigarro.

Luego se vestían, el volvía al SHF masticando chicle y ella liberaba a Kosmos de su encierro.

Esto es lo que pasa:
Hace tiempo que no se ven. El humo es humo y la saliva, saliva. Los dos siguen fumando delante de otras criaturas. Creo que el resto de la historia no es relevante. No importa. 

martes, 2 de diciembre de 2008

TÍTULO

Por muchos cálculos que haga, el autobús no llegará antes. Han pasado 10 minutos desde la última vez que miré el reloj; han pasado 15 balizas desde el último cartel azul que me proporcionó los últimos datos para mis cálculos (también azules): Valencia, 354 km. Dividiendo entre 110, operación que me parece honesta dentro de lo que cabe, salen 3,2 horas; esto es, 3 horas y 12 minutos, que son 8 minutos menos que la última vez que calculé.
He acabado por aborrecer las conversiones a sexagesimal.
Me aburre también contar coches blancos, pedir deseos cuando cambio de comarca; me aburre buscar palabras que contengan las 3 últimas letras de las matrículas: CLX, cláxon; BCL, bucle; DFS, difuso...

Me aburre suponer traducciones para los titulares del periódico que está leyendo el 2º cohabitante del autobús, a mi izquierda: "Garcea, cercetat de politie" - ¿...Garcea, la certeza del político? -; Blocuri în loc de dulciuri - ¿...Bloqueo en lugar de golosinas? -; PNL nu a obtinut nicium mandat si este marele perdant în Oradea - ¿Por qué lleva la i acento circunflejo...?
Tengo frío, y sólo me entretiene tratar de adivinar lo que escribe en su portátil el cohabitante a mi diestra. Tiene un título. Una sóla palabra, no muy larga. Seguro que la he leído en el vistazo fugaz que he echado a la pantalla cuando él miraba por la ventana buscando 3 letras reveladoras en matrículas de coches blancos. La habré leído y estará ahora mismo almacenada en mi subconsciente, apisonada por 3 horas y 10 minutos de insoportable vacío. Puede que haya leído "MARISMAS" o "EXPONE" o "CLAUDICAD". Puede que mi vecino escriba su testamento; no tiene la piel entre malva y transparente, como aconsejan los expertos en casos de muerte inminente, pero tampoco tiene la emoción en los ojos que recomiendan los mismos expertos en caso de vida irrenunciable... "Lego mi alma y los cordones de mis zapatos a mis queridos alumnos de bachillerato del Sant Josep de Calasanç". Pero él no escribe en cursiva. Y la sangría no parecía suficiente como para maquetar un documento oficial. Quizá escriba unas páginas de su tesis: "Iconografía de la puerta marmórea de la catedral de Barcelona.
La catedral gótica de Barcelona cuenta tres puertas. La principal, a los pies de la iglesia, cuya ornamentación escultórica se hizo entre 1887 y 1895 siguiendo las trazas del maestro Carlí Galtés, normando, conservadas en un gran pergamino en el museo catedralicio." Quizá haya un maestro Carlí Galtés; quizá incluso sea normando. En el punto espacio-temporal en el que me encuentro, 3 horas y 4 minutos antes de llegar a Valencia no parece muy probable.
Igual le está escribiendo una carta de amor al 2º cohabitante del autobús, a mi izquierda: "Adevarul, gran documentalista, su olor me produce escalofríos, me pone la cara de gallina, mi vida se ha transformado en una nada viscosa en cuanto lo he percibido en mi entorno inmediato, mirando por la ventanilla de este autocar, con ese periódico en las rodillas, Blocuri în loc de dulciuri. Blocuri în loc de dulciuri. Lo amo." No sé, en algún momento me ha parecido oir sollozar a alguno de los dos. A Carlí Galtés, a mi izquierda, o a Blocuri, a mi derecha.
Pero... ¿y si Carlí me está describiendo a mí...? Tal vez debajo de "CLAUDICAD" o de "ZARZAMORA" haya un listado de adjetivos referidos a mí que no puedo permitirme ignorar. No ignorar. No ignorar.
Pierdo el miedo, o el pudor (especie de cualidad (positiva (por tanto)) relacionada con no desvelar los sentimientos propios ni tratar de descubrir los ajenos), 2 horas y 54 minutos antes de llegar a Valencia y miro la pantalla de mi vecino Carlí. Leo:
"TÍTULO.
Por muchos cálculos que haga, el autobús no llegará antes. Han pasado 10 minutos desde la última vez que miré el reloj...."

sábado, 20 de septiembre de 2008

GRAFITTI

Hay una pintada en esa pared que dice:

No encuentro ninguna diferencia entre mis percepciones de lo que está ocurriendo, de lo que deseo que ocurra, y de lo que recuerdo que ocurrió.

Sólo puedo llamar VIDA a los tiempos de espera entre recuerdos.

jueves, 10 de julio de 2008

EL ESPÍRITU DE ERMUA



Después de ver ayer la serie de antena 3 (antena 3 - popopompom) 48 horas Miguel Ángel Blanco, me ha venido una vieja canción a la cabeza...











Ermua, ¿cómo va?
¿con h o sin h?
Si con h en un buque de guerra
Si sin h en un tren militar

Ermua, ¿cómo va?
¿con h o sin h?
Si con h me corto las venas
Si sin h, un lazo azul las ata

Ermuá, cómo va
mi ritmo
bueno pa gosar
mulata

sábado, 5 de julio de 2008

MUSAK

Esto es un cuento de Benedetti. Pero es que sólo escribo bazofia últimamente, así que es un buen momento para reverenciar al maestro...

MUSAK
A la porra. Y gangrena". Así dijo, textualmente. Un disparate. Lo de "a la porra", vaya y pase. Aunque hay modos más claros de decirlo, no te parece? Pero "y gangrena"? Estaba sentado, como siempre, en ese escritorio. Había estado escribiendo a máquina, seguramente algún comentario sobre básquetbol. Al final del campeonato siempre se hace un balance de la temporada. No sé para qué. Total, siempre se opina lo mismo: no son los jugadores los culpables, sino el técnico. Dijo: "A la porra", y yo le pregunté: "Qué dijiste, Oribe?". No porque no hubiera entendido, sino porque lo que había entendido me parecía un poco extraño. Entonces me miró, o más bien fijó la mirada, por sobre mi cabeza, en este almanaque, y pronunció el resto: "Y gangrena". A partir de ese momento, ya nadie lo pudo detener.
"A la porra. Y gangrena. A la porra. Y gangrena". Llamé a Peretti y él me ayudó. Entre los dos lo llevamos a la enfermería. No opuso resistencia. Transpiraba, y hasta temblaba un poco. Yo le decía: "Pero Oribe, viejo, qué te pasa?" Y él con su cantinela: "A la porra. Y gangrena". Después de quince años de trabajar juntos (bueno, vecinos por lo menos; él deportes, yo policía) una cosa así impresiona. Sobre todo que Oribe es un tipo simpático, expansivo, que siempre está contando hasta los más insignificantes pormenores de su vida. Mirá, yo creo que conozco todos los rincones de su casa, y eso que nunca he estado allí. Los conozco, nada más que por la minuciosidad de sus descripciones. Te puedo hacer un plano, si querés. Te puedo decir qué guarda su mujer en cada cajón del trinchante, dónde deja el botija la cartera del colegio y de qué color son los cepillos de dientes y dónde esconde sus libros sobre marxismo. Sabías que es bolche? Quince años de conocerlo a fondo. De repente, esto. Un golpe para todos, te aseguro. Cuando se lo contamos a Varela, se puso pálido y fue a vomitar. La impresión, sencillamente la impresión. A Lurita, la telefonista, se le llenaron los ojos de lágrimas. Y yo mismo, esa noche, no probé bocado. Podés decirme: no será la primera vez que un compañero del diario cae enfermo. Claro que no. Eso pasa todos los días. Hoy un resfrío, mañana una úlcera, pasado una nefritis, traspasado un cáncer. Uno tiene preparado el ánimo para cosas así. Pero que un tipo deje de escribir a máquina y se quede mirando un almanaque y empiece a decir: "A la porra. Y gangrena", y ya no se detenga más, eso es algo que no ha pasado nunca, al menos que yo sepa. Ahora poné atención. Vos sabés a qué atribuye Recoba la causa del trastorno? Al musak, che. Otro disparate. Cosa más inocente, imposible. Recoba dice que a él también el musak lo saca de quicio. Recoba dice que esa melodía constante, ni cercana ni lejana, a él no lo deja trabajar porque tiene la impresión de que es como una droga, un somnífero muy sutil, cuyo cometido no es precisamente adormecer el organismo sino amortiguar las reacciones mentales, la capacidad de rebeldía, la vocación de libertad, qué se yo. Tiene siempre preparado un gran discurso sobre el tema. A mí me parece una reverenda idiotez. Te diré mas. Prefiero mil veces trabajar con musak. Es tan suave. Incluso los temas violentos, como por ejemplo la Rapsodia Húngara o la Polonesa, en el musak quedan desprovistos de agresividad, y además yo creo que siempre agregan muchos violines y entonces suenan casi casi como un bolero, y esto tiene efecto de bálsamo. Uno se tranquiliza. Mirá, hay días en que llego al diario con la cabeza hecha un bombo, lleno de problemas, líos de plata, discusiones con mi mujer, preocupaciones por las malas notas de la nena, últimos avisos del Banco, y sin embargo me coloco frente al escritorio y a los cinco minutos de escuchar esa musiquita que te penetra con sus melodías dulces, a veces un poquito empalagosas, lo confieso, pero en general muy agradable, a los cinco minutos me siento poco menos que feliz, olvidado de los problemas, y trabajo, trabajo, trabajo, como un robot, ni más ni menos. Total, no hay que pensar mucho. Un crimen siempre es un crimen. Para los pasionales, por ejemplo, yo tengo mi estilo propio. No me manejo con lugares comunes ni términos gastados. Nada de cuerpo del occiso, ni de cúbito supino, ni arma homicida, ni vuelta al lugar del crimen, ni representantes de la autoridad, ni cruel impulso de un sentimiento de celos, nada de eso. Yo me manejo con metáforas. No pongo el hecho escueto, sino la imagen sugeridora. Te doy un ejemplo. Si un tipo le da a otro cinco puñaladas, yo no escribo como cualquier cronista sin vuelo: "El sujeto le propinó cinco puñaladas". Eso es demasiado fácil. Yo escribo: "Aquél prójimo le abrió tres surcos de sangre". Captás la diferencia? No sólo le añado belleza descriptiva sino que además le rebajo dos puñaladas, porque, paradójicamente, así queda más dramático, más humano. Un tipo que da cinco puñaladas es un sádico, un monstruo, pero uno que sólo asesta tres es alguien que tiene un límite, es alguien que siente el aguijón de la conciencia. Claro que yo nunca escribo "aguijón de la conciencia" sino "ansia que remuerde". Percibís el matiz? O sea que tengo mi estilo. Y el lector lo reconoce. Bueno, en ese sentido a mí el musak me ayuda. Y me he acostumbrado tanto a su presencia que cuando, por cualquier razón, no funciona, ese día el estilo se me achata, me sale sin metáfora. Te das cuenta? Yo te digo sinceramente que para mí el caso de Oribe es muy claro. De que está loco, no me cabe duda. Pero, qué lo volvió loco? A mí, qué querés que te diga, me parece que su chifladura empezó con sus lecturas marxistas. Porque antes, bastante antes de su insistencia de "A la porra, y gangrena", Oribe se fue paulatinamente desequilibrando. Entonces no me daba cuenta, pero ahora uno hace cálculos. Por ejemplo, cuando Vilma, la cronista de sociales, elucubraba una nota de compromiso sobre cualquier fiesta de beneficencia, él silbaba para adentro y decía: "Yo no soy partidario de la caridad, sino de la justicia social". Iturbide lo llamaba en broma Jota Ese, por esa manía de la justicia social. Escuchá, escuchá. Ahora empezó el musak. Hoy, ves?, está macanudo. Qué violines, che, qué violines. Una locura, arremeter contra la caridad. Decime qué de malo hacen las pitucas veteranas jugando al rummy de beneficio. Y otra cosa. Una noche, cuando yo bajaba al taller para armar mi página (como para olvidarme: fue nada menos que aquel lunes en que el bichicome de Capurro, "incalificable sujeto" escribieron mis colegas, atropelló y violó sur le cham a la cuñadita del senador Fresnedo), escuché en la escalera cómo Oribe le decía al Doctor (asombrate, al Doctor): "Lo que pasa es que usted es oligarca hasta cuando eructa". Decime un poco, eso es normal? Hoy el musak está suavecito como nunca. Debe ser en homenaje a vos. A ver si me visitás más a menudo. Jubilado y todo, pero esto, eh?, siempre te tira. Fijate en esa cadencia. Cómo va a ser la música la causa del trastorno! Escuchá ese clarinete. Es el tema de Night and Day, te acordás? Aunque pienso que no me importa reconocer o no el tema. Lo esencial es que suene. Y que te tranquilice. A vos no te tranquiliza? Claro como el agua que fue el marxismo lo que lo enloqueció. Otra vez me dijo que el deporte era una anestesia que se le daba al pueblo para que no pensara en cosas más importantes. Te parece que el fútbol es una anestesia? Escuchá esa trompeta. Así, amortiguada, parece que le suena a uno en el cerebro. Y en realidad, yo creo que suena en el cerebro. Mirá, justo aquí, donde tengo el remolino. Qué querés, yo soy un fanático del musak, y no me avergüenzo. Un fanático del musak, sí señor. Escuchá esa guitarra eléctrica. Bárbara, no? Pero qué importancia tiene que sea eléctrica o no. Un fanático del musak. Vos no? Vos no sos un fanático? Ah, no? Entonces querés que te diga una cosa? Escuchá, escuchá qué trémolo. Te digo una cosa? Andate a la porra. Eso es: a la porra. Y gangrena. A la porra. Y gangrena. A la porra. Y gangrena. A la porra. Y gangrena. A la porra. Y gangrena.

sábado, 24 de mayo de 2008

GRANDES EGOS





Nos dieron un mass media y la cagaron. (Asumo que hay que pasar a comunicarse alrededor). Un montón de gloria desperdiciada. Visca Catalunya y Arriba España. Si se trata de lanzar consignas, a eso no hay quien me gane. Consigno en mis envíos tu código postal. Háblate de ti y seguro que te interesa tu conversación. Todos estábamos destinados a hacer cosas más grandes. Todos éramos capaces de destruir hasta lo más nimio. (Me comunico como puedo, engendros todos). Mi ego me fagocita, paso a ser parte de él. Si alguien tiene alguna queja, que mande un sms con el texto APOCALIPSIS.SÍ o APOCALIPSIS.NO al 4677 y recibirá una página completa del refranero español dedicada íntegramente al mes de julio. Obviedades mecanografiadas en tu estómago. (Gracias por su tiempo, querida lectora). Mañana colgaré una interesante información sobre fan-coils direccionados.